jueves, abril 06, 2023

LAS EMPRESAS PÚBLICAS PARA DUMMIES

Eduardo Jiménez J.

ejimenez2107@gmail.com

@ejj2107

   

Podemos decir que las empresas públicas son entidades que sirven para que los políticos de turno puedan realizar mercantilismo y negociar cuotas de poder y, de paso, colocar a gente de su entorno en puestos claves y con muy buenos sueldos, incluyendo familiares, toda bajo el subterfugio de la “rentabilidad social” de la empresa pública o de su posición “estratégica”.

 

Si le quitamos el humor, las empresas públicas en el Perú son una tragedia y un forado de miles de miles de millones de soles que pudieron muy bien ser invertidos en salud o educación. Un ejemplo claro de empresa pública deficiente es Petroperú y su “modernización” de la Refinería de Talara que ya va costando 6,000 millones de dólares y la cuenta sigue subiendo. Elefante blanco para la posteridad. (Lean el libro La tragedia de las empresas sin dueño de Carlos Paredes, una radiografía muy certera de cómo es una empresa pública peruana por dentro).

 

En los años 70, producto de las nacionalizaciones del gobierno militar, llegamos a tener cerca de 200 empresas públicas. Todas fueron un desastre financiero que nos costó a todos los peruanos (en teoría los dueños de la empresa pública) una millonada. Gran parte del presupuesto nacional se iba en financiar a las empresas públicas. Argumentando la rentabilidad social o “fines estratégicos” teníamos cines, supermercados, teatros, líneas de aviación, trenes, etc., etc.

 

De allí que en la Constitución de 1993 se colocaron “candados” para la creación de empresas públicas. No están prohibidas, pero para crear una nueva debe ser por ley expresa, indicando las razones, que no basta la razón social en abstracto o que esta sea “estratégica”.

 

Existió una razón cruda de mucho peso para poner esos candados, porque nadie nos asegura que esta historia de las empresas públicas no se vaya a repetir de nuevo.

 

Igual sucedió con el rol subsidiario de las empresas públicas. Entrar a tallar donde el sector privado no entra.

 

Siendo sincero, ese extremo me pareció muy ortodoxo, como que se les pasó la mano a los constituyentes del 93; pero, viendo y escuchando declaraciones de congresistas que quieren convertir a Sedapal en empresa pública de gaseosas (al final de cuentas tiene el agua, le pones colorante, gas, la embotellas y listo), me hace dudar de sacar ese candado. Serían capaces de crear empresas de juegos de azar, empresas gastronómicas o hasta burdeles, alegando, claro, el “fin social”.

 

Los defensores de las empresas públicas argumentan que otros países tienen empresas públicas y funcionan muy bien. Es cierto, pero para llegar a ese grado de buen manejo empresarial se requiere tres cosas: 1) Independencia gerencial. El gobierno ni los políticos deben inmiscuirse en su gestión. La empresa pública funciona como una privada; 2) Buenos cuadros técnicos. Desde el Directorio, pasando por la o las gerencias, hasta los trabajadores operativos. No entran por “tarjetazo” sino por meritocracia; y 3) Rentabilidad. A pesar de que no les gusta a muchos políticos, la empresa pública debe ser rentable. No en forma gaseosa, sino en números. Debe estar en azul, porque si está en rojo nosotros comenzamos a financiar el desastre de empresa con nuestros impuestos.

 

Claro usted dirá que no paga impuestos, que nunca en su vida ha hecho una declaración jurada ante la Sunat. Sí paga, aunque no lo crea. Lo paga por medio de los impuestos indirectos como el IGV, que gravan los bienes o servicios que consumimos. Cuando toma una gaseosa está pagando impuestos, cuando se compra un celular nuevo ídem. Por qué cree que el IGV entre nosotros llega a 18% cuando en la región el promedio es de 10%. Por eso mismo, para financiar los gastos del estado y a empresas públicas deficitarias.

 

¿Estamos cerca de cumplir con los tres requisitos básicos mencionados líneas arriba? Obvio que no, más bien estamos bien lejos. Por eso, querido lector, que no le vendan gato por liebre cuando algún político anuncia en la reforma de la Constitución, la facilidad para crear empresas públicas. Lo están engañando, al final usted pagará la cuenta.

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